Impulsada por alimentos, la inflación alcanzó un 4,3% en febrero.

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Impulsada por alimentos, la inflación alcanzó un 4,3% en febrero.

En febrero, la inflación de las y los trabajadores se ubicó en 4,3%, lo que representa una aceleración de 0,1 puntos porcentuales respecto al 4,2% registrado en enero. De este modo, en los dos primeros meses del año, la inflación alcanzó un 8,7%. En tanto, en los últimos doce meses fue del 51,5%.
La inflación de febrero estuvo motorizada por los Alimentos y Bebidas, que subieron 6,5% luego de haberlo hecho en 5,8% en enero. Hubo una particular disparada de las verduras (+25,2%), la cual se registró en una diversidad de productos, tales como cebolla, zanahoria,
papa o tomate, entre otros. Las frutas subieron 8,6%, destacándose la naranja y la banana.
El pan y los cereales treparon 8,5%, traccionado por el pan francés (+12,5%). Vale tener en cuenta que estos valores casi no recogen las presiones inflacionarias derivadas del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que dispararon el precio internacional del trigo a partir de finales de febrero. El pescado (+7,8%), las bebidas alcohólicas (+7,7%) y los aceites y grasas (+6,6%) también tuvieron un febrero particularmente inflacionario. Solo las carnes (+1,7%) permitieron amortiguar las fuertes subas registradas en el mes.
La segunda división con mayores alzas fue Equipamiento y mantenimiento del hogar, con un 4,3%, con alzas destacadas en productos de higiene y limpieza. Le siguen en orden Salud, que trepó un 4% adicional, Otros bienes y servicios (+3,9%), Comunicaciones (+3,9%), Transporte (+3,5%, hubo suba de naftas) y Recreación y cultura (+3,1%). Solo Vivienda (+2,6%), Educación (1,6%) e Indumentaria y calzado (+1,1%) registraron alzas por debajo del 3%.
En la segunda mitad del informe se detalla la situación de la actividad, el empleo y los salarios reales. La última parte de 2021 terminó con inflación elevada, pero también con un claro repunte económico y, más moderadamente, en el empleo y los salarios. A fines de
2021, la actividad económica alcanzó el mayor nivel desde marzo de 2018, apuntalada por la industria -en primer lugar-, pero también por la recuperación de la construcción, los hidrocarburos en Vaca Muerta, el comercio y algunos servicios como por ejemplo los informáticos. En el empleo formal privado, diciembre fue el mes en el que se retornó a la cantidad de puestos de trabajo formales asalariados privados previos a la pandemia. En tanto, el salario real a fines de 2021 se ubicó levemente por encima de los guarismos de fines de 2019.
No obstante, vistas en una perspectiva de más largo plazo, estas mejoras son muy débiles dentro de una tendencia de deterioro. El empleo formal privado ajustado por crecimiento poblacional está actualmente en el menor valor desde 2009 (solo por encima de 2020). En tanto, el salario real privado está 14,7% por debajo de 2013 y el público 20,4% por detrás del mismo año.

La inflación volvió a acelerarse en el primer mes de 2022: 4,2%

La inflación volvió a acelerarse en el primer mes de 2022: 4,2%

En enero, la inflación de las y los trabajadores se ubicó en 4,2%, lo que representa una aceleración de 0,3 puntos porcentuales respecto al 3,9% registrado en diciembre. De este modo, en los últimos doce meses, la inflación acumuló un 51,2%.
La inflación de enero estuvo particularmente influenciada por Alimentos y bebidas, que subieron 5,8% en el mes, acumulando así un 59,8% en los últimos 12 meses. Dado el gran peso que tienen los alimentos en la canasta de las y los trabajadores, la suba de precios de este rubro explicó el 46% de la inflación total registrada en el mes.
La gran mayoría de los rubros alimenticios subió por encima del 4% mensual, con la excepción de carnes (2,5%), aceites y grasas (1,6%) y bebidas no alcohólicas (3,3%). Las mayores alzas se produjeron en verduras (27,5%), lo cual se debe principalmente al tomate (76% el redondo), la lechuga (+32,6%) y la cebolla (+14,5%). Las bebidas alcohólicas subieron 8,2% (acumulando un 83,5% interanual), con la cerveza trepando 8,7% y el vino fino 8,1%. El vino ha registrado una muy intensa suba en el último año, con un rango que va del 127% en el vino fino al 148% al vino de mesa.
Además de los alimentos, destacan las subas del 5,1% en Educación, impulsada por los útiles escolares que subieron 14,5%. Recreación y cultura subió 4,4%, debido a la temporada alta turística, que incidió sobre precios de pasajes y hoteles.
Por debajo del nivel general, encontramos en primer lugar a Comunicaciones (3,7%), Salud (3,6%), Indumentaria y calzado (3,5%), Transporte (3,5%) y Otros bienes y servicios (3,5%). Solo Equipamiento y mantenimiento del hogar (2,8%) y Vivienda (2,1%) registraron alzas por debajo del 3%.
Así como los datos inflacionarios de los últimos meses son preocupantes, los de reactivación económica se muestran mucho más auspiciosos de lo previsto. 2021 finalizó con el mayor nivel de actividad económica desde 2017, en parte gracias a que las exportaciones -que alcanzaron el mayor nivel desde 2012- permitieron dar más aire al BCRA para acumular reservas en la primera mitad del año y, de este modo, habilitar las importaciones de insumos y maquinarias necesarias para una economía en crecimiento.
La industria, que había tenido un muy negativo desempeño en el período 2015-2019, mostró una sólida recuperación: diciembre pasado fue el mejor diciembre desde 2015, y con una producción industrial 15,9% superior a la de 2019. Tomando el conjunto del año 2021, la producción industrial terminó 7,1% por encima de la de 2019 e incluso 0,3% por arriba de la de 2018. Más allá de esta fuerte reactivación, aparecen interrogantes respecto a la continuidad de dicha mejora para 2022, toda vez que las reservas del BCRA (fundamentales para que la recuperación económica prosiga) están enflaquecidas. Será clave, en ese sentido, lo que ocurra con la cosecha agropecuaria (principal fuente de divisas del país) y con cómo se desenvuelva el acuerdo con el FMI.

En el plano del empleo, desde fines de 2020 se aprecia una recuperación sostenida del empleo asalariado formal privado, aunque a noviembre de 2021 todavía faltaban recuperarse 18.000 puestos de trabajo comparado contra febrero de 2020. Una mirada más profunda (tomando no solo el empleo formal sino también el informal y el cuentapropista) permite ver que en el tercer trimestre de 2021 se había recuperado el PBI de 2019, pero no todavía el empleo. La razón es que las ramas de menor productividad relativa (esto es, que contribuyen más al empleo que al PBI), estuvieron entre las más afectadas por la pandemia, como servicio doméstico y turismo y gastronomía. En contraste, las actividades de mayor productividad relativa (como industria, petróleo o minería, entre otros), y que contribuyen más al PBI que al empleo, tuvieron una reactivación muy clara.

Índice de Fragilidad Laboral (IFL) 2°trimestre de 2021

Al segundo trimestre de 2021 la fragilidad laboral alcanzó los 42,9 puntos a nivel nacional.

Llamamos fragilidad laboral1 a la distancia entre las condiciones deseables de la dinámica del mercado de trabajo y aquellas efectivamente vigentes, asumiendo que existiría un “modo ideal” de funcionamiento.
En ese sentido, el Índice de Fragilidad Laboral (IFL) describe la situación y evolución del mercado de trabajo argentino en los últimos años (2016-2021) a partir de la medición cuantitativa del grado de fragilidad. El IFL surge como un indicador compuesto y multidimensional que sintetiza tres dimensiones o sub-fragilidades:
(a) déficit de empleo (DE), definido como el grado de escasez de puestos de trabajo; (b) precariedad laboral (P), entendida como la calidad de la estructura de puestos de trabajo disponibles; y (c) pobreza e ingresos (PeI), que mide el poder de compra de los ingresos familiares en relación a la línea de pobreza (y su distribución).
Eso implica que para analizar la fragilidad agregada se mide la capacidad de la economía para generar los puestos de trabajo necesarios para absorber a la totalidad de la población activa; la calidad y modalidad de empleo predominante, en vínculo directo con la dinámica de los ingresos (y su distribución), y la evolución de la pobreza. Así, el IFL asume valores entre 0 y 1, donde 0 representa el escenario de no-fragilidad y 1 el de fragilidad crítica. Al multiplicarlo por 100 se interpreta como el nivel de fragilidad laboral en vigor (es decir, la distancia existente entre el escenario ideal de no-fragilidad -IFL=0- y las condiciones vigentes), medido en puntos.
El período analizado va del segundo trimestre de 2016 al segundo trimestre del 2021. Los resultados muestran que la fragilidad laboral inicia una tendencia al alza en el tercer trimestre de 2018, como resultado de la crisis macroeconómica que implicó devaluación del tipo de cambio y, consecuentemente, aceleración inflacionaria. Esto, a su vez, redujo la capacidad de compra de los ingresos, al tiempo que, al caer la actividad cayó también el empleo -en simultaneidad con el aumento de la participación de empleo informal-. De esta forma, el cimbronazo de la pandemia de la COVID-19 a inicios del 2020 se da en el marco de un mercado laboral signado por el déficit de empleo, una creciente precariedad laboral y la intensificación de la pobreza y desigualdad en los ingresos de la población trabajadora.
Al segundo trimestre de 2021 la fragilidad laboral alcanzó los 42,9 puntos a nivel nacional, lo que implica un aumento de 7,7 puntos porcentuales (pp) respecto a igual período de 2018, de 3,32 respecto al 2t-2019 y de 1 pp respecto al 2t-2020. De modo que se constata que la tendencia de creciente fragilidad iniciada a mediados de 2018 se intensifica con la irrupción de la pandemia.
Dicho valor indica que el funcionamiento del mercado laboral se encontró a 42,9 puntos del escenario de nula fragilidad, ubicándose un 2,5% (1pp) por encima del valor del segundo trimestre del 2020. En relación a lo acontecido un año atrás, destaca un significativo avance de la dimensión de Precariedad (+11,5 pp) y el aumento -aunque más acotado- de la de Pobreza e Ingresos (+1,6pp), que resultan parcialmente compensados por la disminución de la fragilidad ligada a la dinámica de Déficit de Empleo, que se reduce 9,9 pp.
Antes de continuar, es relevante hacer foco en dos puntos relevantes. En primer lugar, que los resultados no pueden disociarse del período de excepcionalidad que se encuentra atravesando el mundo a raíz de la pandemia de la COVID-19, así como tampoco puede interpretarse el contexto laboral sin considerar la profundidad de las reconfiguraciones en las jornadas laborales y los procesos de trabajo derivados de las disposiciones de distanciamiento social. En segundo lugar, que la interpretación de estos resultados no debiera omitir un estado de situación de fragilidad en ascenso durante al menos un año y medio previo a la irrupción de la pandemia. Es sobre ese marco que, aún cuando se estipularan medidas de protección del empleo -como el Decreto 329/2020 de prohibición de despidos y suspensiones, o el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), Decreto 332/2020- constatamos que la crisis sanitaria y las disposiciones de aislamiento derivadas profundizaron las debilidades preexistentes, configurando un escenario crítico del mercado de trabajo.

1
Para más detalles metodológicos respecto de la construcción del IFL ver Anexo metodológico en Novick, M., Di Giovambattista, A. y Gárriz, A. (2019) ”Índice de Fragilidad Laboral en Argentina (2016-2019), https://pulsocitra.org/wp-
content/uploads/2019/11/IFL-Octubre-2019.pdf; y Anexo Presentación del Índice de Fragilidad Laboral en este documento

En noviembre, la inflación se desaceleró respecto a meses previos, alcanzando el 2,9%

En noviembre, la inflación de las y los trabajadores se ubicó en 2,9%, lo que representa una desaceleración de 0,4 puntos porcentuales respecto al 3,3% registrado en octubre. De este modo, la inflación acumula un 45,4% en lo que va del año y un 51,2% en los últimos doce meses. Con estos guarismos, para que la inflación de 2021 no supere el 50% deberíamos tener que la inflación de diciembre fuera inferior al 3,2%.
La inflación de noviembre estuvo traccionada en primer lugar por Recreación y Cultura (5,7%), lo cual se explica por subas promedio cercanas al 25% en paquetes turísticos para viajar en el país y en el exterior. Estas subas tienen un claro componente estacional, habida cuenta de la cercanía con las vacaciones de verano.
En segundo lugar, Indumentaria y Calzado trepó 5,2%, en el marco de la cercanía con las fiestas de fin de año. Destacaron particularmente las subas en remeras para hombres (31,6%) y mujeres (13,9%). En tercer orden, Transporte se encareció 4,4%, impulsado por subas de pasajes de avión y en el precio de las motos 0km.
Por debajo del nivel general encontramos en primer lugar a Alimentos y Bebidas (+2,8%). En este caso las subas se explican en gran medida por las carnes, que treparon 8% en el mes y cortaron con cinco meses de relativa estabilidad de precios. Las bajas del 7,9% en las verduras -producto de una estacionalidad favorable- permitieron atenuar las alzas promedio de los alimentos.
Equipamiento y mantenimiento del hogar se encareció 2,3% en noviembre. Jugó a favor la virtual estabilidad de precios (+0,2%) de los electrodomésticos, la cual fue parcialmente contrarrestada con fuertes alzas en muebles (+6,8%).
Salud subió 2,2% en noviembre, en un mes en el que las prepagas no tuvieron movimientos y los medicamentos subieron 2,3% promedio. Las mayores alzas vinieron por el lado de las consultas médicas (3,5%).
Educación se encareció 1,5% en noviembre, con las mayores subas registrándose en útiles escolares y textos. Comunicaciones (1,2%), Otros bienes y servicios (1,0%) y Vivienda (0,9%) fueron los ítems de menores aumentos. En este último caso, el congelamiento tarifario continúa repercutiendo en una reducida inflación del sector.
A pesar de la muy elevada inflación de 2021, los salarios reales están pudiendo recomponerse gradualmente, al menos en el segmento privado registrado. En septiembre, el poder adquisitivo de los asalariados registrados del sector privado anotó la tercera suba mensual al hilo y estuvo 2,8% por encima de diciembre de 2019. Asimismo, alcanzó el mayor valor desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, visto en una perspectiva de más larga duración, el salario real se encuentra en niveles similares a los de 2008, y un 15% por debajo del pico de 2013.

En Octubre, la inflación de las y los trabajadores se aceleró 0,3 puntos y se ubicó en el 3,3%.

En octubre, la inflación de las y los trabajadores se aceleró 0,3 puntos y se ubicó en el 3,3%.

En octubre, la inflación de las y los trabajadores se aceleró 0,3 puntos y se ubicó en el 3,3%. De este modo, en los primeros diez meses del año la inflación acumula un 40,7%. En tanto, la inflación interanual alcanzó el 51,8%, siendo el cuarto mes consecutivo en torno a ese guarismo. Si la inflación de las y los trabajadores se ubicara en el 3% mensual en los últimos dos meses del año, 2021 habría terminado con una suba de precios del 49,4%.
La inflación de Octubre estuvo motorizada en primer lugar por Educación (9,6%), lo cual se explica por las subas de cuotas tanto en escuelas primarias, como en secundarias y jardines. En segundo orden, se destacó Alimentos y bebidas con alzas del 4,7%. Vale acotar que el congelamiento y retrotraimiento de precios se produjo en la última parte del mes, de modo que el grueso de octubre estuvo marcado por subas preventivas de precios ante el cambio de autoridades en la Secretaría de Comercio. De esta manera, el impacto bajista debería notarse en la medición de Noviembre. Las subas más importantes se dieron en verduras (9,2%), aceites y grasas (7,1%) y bebidas no alcohólicas (7,0%). En tanto, las carnes (+2,4%) continúan subiendo por debajo del nivel general de precios.
La división Transporte se encareció 4,1%, impulsada por los autos cero kilómetro, cuyos precios continúan subiendo por encima de la media debido a la brecha cambiaria y la escasez de oferta. La suba del 6% en prepagas traccionó al alza la división Salud (3,8%), que en los próximos meses debería moderar sus subas a partir del acuerdo del gobierno con los laboratorios por el precio de los medicamentos.
Por debajo del nivel general encontramos a Equipamiento del hogar, con un 2,9%, al igual que la división Otros bienes y servicios. En tanto, la división Indumentaria y calzado trepó 2,1%, Recreación y cultura un 1,8%, Comunicaciones un 1,0% y Vivienda un 0,8%. En este último caso, las subas continúan siendo acotadas debido al congelamiento de tarifas de electricidad, gas y agua.
Por su lado, el salario real del sector privado formal se viene recuperando, aunque con una tendencia irregular y débil. Tras el desplome de los primeros meses de la pandemia, el poder adquisitivo ha tendido a recuperarse, aunque a un ritmo moderado. En Agosto de 2021, el salario real en el sector privado formal fue 1,4% mayor al de Diciembre de 2019. No obstante, esa fecha era un punto de referencia bajo en términos históricos, ya que en los cuatro años previos el salario real privado registrado se había retraído un 15,1%.

En septiembre, tras dos meses por debajo del 3%, la inflación volvió a alcanzar el 3%.

En septiembre, tras dos meses por debajo, la inflación volvió a alcanzar el 3%.

Tras dos meses debajo de la franja del 3%, la inflación de las y los trabajadores volvió a cobrar impulso en septiembre y se ubicó en el 3,0%. De este modo, en los primeros nueve meses del año la inflación acumula un 36,2%. En tanto, la inflación interanual alcanzó el 52,1%, siendo el tercer mes consecutivo en torno a ese guarismo. Si la inflación de las y los trabajadores continuara en el 3% mensual en lo que resta del año, 2021 habría terminado con una suba de precios del 48,8%.

La inflación de septiembre estuvo motorizada por Alimentos y bebidas, que subieron 4,4% y explicaron el 47% de la suba de precios del mes del conjunto de bienes y servicios. Destacaron subas en pan y cereales, verduras y frutas. Como dato positivo, se destaca la moderada inflación de carnes (1,1%), rubro que pudo estabilizar sus precios en los últimos meses (subió 3,3% acumulado desde junio).

En segundo lugar, Otros bienes y servicios subió 3,8% en septiembre, por alzas en peluquería para hombres, jabones de tocador, cigarrillos y papel higiénico. Indumentaria y calzado y Salud se encarecieron 3,7%. En este último caso, las subas estuvieron motorizadas por las prepagas (+9%). Transporte subió 3,5%, debido a alzas de vehículos cero kilómetro (en un contexto de creciente brecha cambiaria y problemas de oferta) y en pasajes de avión de cabotaje (debido a que las reaperturas están impactando en una rápida aceleración de la demanda). Enseñanza trepó 3,0%, lo cual se explica mayormente por útiles escolares, cursos de apoyo, de idiomas y de enseñanza artística.

Por debajo del nivel general encontramos en primer lugar a Recreación y cultura (+2,7%, con subas superiores al 12% en juguetes). Equipamiento y mantenimiento del hogar trepó 2,0%. Se trata de un rubro que venía teniendo subas mayores a la media en el último año; la moderación de septiembre se explica en parte por los muebles, que subieron 1,2%. En tanto, Vivienda (0,3%) y Comunicaciones (-0,1%) prácticamente no tuvieron movimientos. En el caso de Vivienda, ello se debe a la estabilidad en las tarifas de servicios públicos de electricidad, gas y agua; en tanto, en Comunicaciones no hubo mayores variaciones ni en los servicios ni en los equipos de telefonía. Vale destacar que en agosto esta división había sido la de mayores subas de toda la canasta, de modo que la estabilidad de este mes en parte compensa dichas alzas.

En la segunda parte del informe se detalla la evolución del salario real en el sector privado registrado. Se toman dos métricas: el salario promedio y el salario mediano. Mientras que el primero muestra una tenue tendencia a la recuperación (ubicándose 1,2% por encima de diciembre de 2019), en el salario mediano el escenario es de estancamiento en el último año (e incluso caída frente a fines de 2019). La razón de ello tiene que ver con que la evolución salarial de los trabajadores de menores ingresos (que inciden más en la mediana que en la media) fue más desfavorable que la de los de mayores ingresos. Esta tendencia en rigor es previa a la pandemia, pero se consolidó en los últimos meses. Dos razones posibles detrás de este peor comportamiento relativo del salario mediano respecto al salario medio tienen que ver con que la pandemia impactó relativamente más en sectores de menores salarios (como por ejemplo hoteles y restaurantes) y, a su vez, en las PyMEs, en donde las remuneraciones son por lo general inferiores a las firmas grandes.

Índice de Fragilidad Laboral (IFL) 3° trimestre de 2020.

Al tercer trimestre de 2020 la fragilidad laboral alcanzó los 48,2 puntos a nivel nacional.

Llamamos fragilidad laboral a la distancia existente entre las condiciones óptimas o deseables de la dinámica del mercado de trabajo y aquellas efectivamente vigentes, asumiendo que existiría un “modo ideal” de funcionamiento.

En ese sentido, el Índice de Fragilidad Laboral (IFL) describe la situación y evolución del mercado de trabajo argentino en los últimos años (2016-2020) y mide cuantitativamente del grado de fragilidad. El IFL surge como un indicador compuesto y multidimensional que sintetiza tres dimensiones o sub-fragilidades: (a) déficit de empleo (DE), definido como el grado de escasez de puestos de trabajo; (b) precariedad laboral (P), entendida como la calidad de la estructura de puestos de trabajo disponibles; y (c) pobreza e ingresos (PeI), que mide el poder de compra de los ingresos familiares en relación a la línea de pobreza (y su distribución). Eso implica que para analizar la fragilidad agregada se mide la capacidad de la economía para generar los puestos de trabajo necesarios para absorber a la totalidad de la población activa; la calidad y modalidad de empleo predominante, en vínculo directo con la dinámica de los ingresos (y su distribución), y la evolución de la pobreza. Así, el IFL asume valores entre 0 y 1, donde 0 representa el escenario de no-fragilidad y 1 el de fragilidad crítica. Al multiplicarlo por 100 se interpreta como el nivel de fragilidad laboral en vigor (es decir, la distancia existente entre el escenario ideal de no-fragilidad -IFL=0- y las condiciones vigentes), medido en puntos. 

El período analizado va del segundo trimestre de 2016 al tercer trimestre de 2020. Los resultados muestran que la fragilidad laboral inicia una tendencia al alza en el tercer trimestre de 2018 en Argentina. De esta forma, el cimbronazo de la pandemia de la COVID-19 durante 2020 tiene lugar en el marco de un mercado laboral signado por el déficit de empleo, una creciente precariedad laboral y la intensificación de la pobreza y desigualdad en los ingresos de la población trabajadora.

Los resultados de este informe consideran información del tercer trimestre de 2020 -último dato disponible-. Esto significa que, aunque se abarca el lapso de mayor impacto de la crisis sanitaria al momento -el segundo trimestre del 2020-, aún no es factible elaborar conclusiones respecto a lo ocurrido durante los últimos meses del año. 

Al tercer trimestre de 2020 la fragilidad laboral alcanzó los 48,2 puntos a nivel nacional. Representa el valor más elevado de una tendencia de fragilidad creciente que se inicia a mediados de 2018, y significa que el funcionamiento del mercado laboral se encontró prácticamente a mitad de camino entre los escenarios de nula y extrema fragilidad. La dimensión que más impactó en el avance de la fragilidad laboral entre el 3t-2019 y el 3t-2020 es la de Pobreza e Ingresos. Esto se debe a que los ingresos no avanzaron al ritmo del costo de vida -por tanto más gente cayó bajo la línea de pobreza-, y, además, a que se constató un aumento en la desigualdad de ingresos al interior de la población ocupada.

El resultado anterior no puede disociarse del período de excepcionalidad que se encuentra atravesando el mundo a raíz de la pandemia dela COVID-19, así como tampoco puede interpretarse el contexto laboral sin considerar la profundidad de las reconfiguraciones en las jornadas laborales y los procesos de trabajo derivados de las disposiciones de distanciamiento social.

Asimismo, la interpretación de estos resultados no debiera omitir un estado de situación ligado a una dinámica de fragilidad en ascenso durante al menos un año y medio previo a la irrupción de la pandemia. Es sobre ese marco que,aún cuando se estipularan medidas de protección del empleo -como el Decreto 329/2020 de prohibición de despidos y suspensiones, o el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), Decreto 332/2020- constatamos que la crisis sanitaria y las disposiciones de aislamiento derivadas profundizaron las debilidades preexistentes, configurando un escenario crítico del mercado de trabajo.

Continua elevada la inflación:4,1% en Abril.

La inflación de las y los trabajadores volvió a superar el 4% en abril (4,1%), acumulando un 16,6% en el primer cuatrimestre del año. Se trata del comienzo de año más inflacionario desde 2016, superando incluso a 2019 (16,2%). En tanto, la inflación interanual se aceleró al 45,6%, lo que representa una suba superior a los 10 puntos porcentuales desde noviembre pasado. Alimentos y bebidas, que subieron 4,7%, motorizaron fundamentalmente la dinámica del mes. Salvo las frutas y las verduras -que tuvieron un abril tranquilo por razones estacionales-, la gran mayoría de los alimentos trepó por encima del 4% en abril, destacándose las infusiones (6,3%), las bebidas alcohólicas (6,3%), el pescado (6,2%) y los lácteos (6,0%). Sin embargo, otros capítulos de la canasta tuvieron subas muy marcadas, que contribuyeron a elevar el nivel general. Esparcimiento (6,2%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (4,9%), Transporte (4,9%) y Salud (4,6%) subieron todos por encima del 4%. Mayo será un mes de aumentos en rubros regulados, que hasta ahora venían contenidos. Las prepagas subirán 5,5% y la electricidad lo hará en 9% en el AMBA; en tanto, el GNC trepó 30% y las telecomunicaciones posiblemente suban entre 10-15% tras la suspensión del DNU que las consideraba servicio esencial. La pregunta es si el resto de los rubros, que vienen con subas muy marcadas (como por ejemplo, los alimentos), tenderán a desacelerar o no.
Si bien el precio del dólar ha morigerado su suba en estos meses (pasamos de un ritmo de devaluación de casi 4% mensual en enero a menos del 2% en abril), todavía no se siente el impacto sobre la dinámica inflacionaria de aquellos bienes más sensibles al valor de la divisa. Lo anterior responde a la suba de los precios internacionales de las materias primas, que por un lado resulta positivo para la acumulación de reservas del BCRA (y por ende para reducir presiones devaluatorias), pero a la vez introduce severa presión sobre los precios locales, en particular de los alimentos. La tonelada de soja pasó de 306 dólares hace un año a superar los 590 en la última semana; la de trigo pasó de 160 a 270 dólares en el mismo período y la de maíz de 125 a 295. En paralelo, algunos commodities que son esenciales en la actividad industrial también han tenido una disparada de precio: el mineral de hierro pasó de 84 dólares la tonelada a principios de la pandemia al récord de 228 dólares. Todo ello impacta sobre el precio del acero en China pasó de 3.550 yuanes la tonelada en mayo de 2020 al récord de 5.700 hoy. Cabe mencionar que el acero es un insumo fundamental en industrias como la automotriz y la metalmecánica, que a su vez es proveedora de bienes como por ejemplo electrodomésticos. Dado este escenario, las estrategias para domar la inflación parecen implicar una mayor desaceleración del ritmo devaluatorio del peso, mayores retenciones a las exportaciones (aunque a expensas de las preciadas divisas, amén de una mayor conflictividad con el agro) o mayores subsidios (o reducción de impuestos) para abaratar los bienes básicos. Al parecer, el Gobierno ha ido de alguna manera por este último camino, aunque por el lado de los ingresos más que de los precios. Es en este sentido que debe entenderse la reciente ampliación de la cobertura de la Tarjeta Alimentar, que actualmente ya se convirtió en un instrumento de política pública tan importante como la Asignación Universal por Hijo.