En este documento se analiza la incidencia y la evolución de la fragilidad social durante el período 2016-2019, y en qué medida se registran diferencias entre las regiones del país y entre personas de distinto sexo y edad.
Las personas en situación de fragilidad social son aquellas que tienen altas probabilidades de caer en la pobreza en contextos socioeconómicos críticos. No son pobres, pero tampoco están integradas socialmente en forma plena. Mientras el concepto de pobreza hace referencia a una situación de privación efectiva y actual, la fragilidad alude al riesgo de empobrecimiento en el futuro.
En Argentina y en América Latina la problemática del riesgo de empobrecimiento fue abordada en forma pionera en la década de 19901. Los estudios mostraron que en el marco del deterioro económico y social de aquellos años no sólo se había expandido el porcentaje de población en situación de pobreza, sino también un segmento de “vulnerables”, con niveles de bienestar muy fluctuantes y sensibles a las tendencias en el ciclo económico. En períodos de crecimiento y estabilidad podían estar por encima de la
línea de pobreza, pero bastaba un pequeño cambio de contexto para que pasaran a engrosar las filas de los pobres.
Desde una mirada centrada en las políticas públicas, la identificación y el estudio de la población en situación de fragilidad resulta particularmente relevante: tanto para prever el posible impacto de las medidas de gobierno sobre la evolución de la pobreza, como para diseñar políticas enfocadas en contrarrestar los factores estructurales asociados con su incremento.
Para delimitar empíricamente a la población en situación de fragilidad social en este documento se retoman criterios habituales en los estudios sobre el tema. La población en situación de fragilidad social es definida como aquella con ingresos apenas por arriba de la línea de pobreza; en forma más específica, hasta un 50% por encima de esa línea. Pero dentro del estrato de frágiles no todos tienen las mismas probabilidades de caer en la pobreza. Algunos están más expuestos al riesgo de empobrecimiento: se trata de aquellos que, además de tener ingresos bajos, tienen ciertas características estructurales
altamente asociadas con la pobreza. Así, dentro del estrato de población en situación de fragilidad social es posible identificar un subgrupo, de frágiles estructurales, definidos como aquellos que, ante un cambio en el contexto, tienen mayores probabilidades de ser pobres debido a que combinan ingresos apenas por encima de la línea de pobreza con características estructurales, sociodemográficas y laborales, asociadas con la pobreza. Esas características son:
1) una alta tasa de dependencia en el hogar; 2) niveles educativos bajos; 3) la inserción en ocupaciones de baja calificación e inestables; y/o 4) la desocupación. La alta asociación de estas características con la pobreza ha sido señalada en numerosos estudios, y fue confirmada en una indagación empírica realizada con datos para la Argentina en la actualidad.
1 Minujin, A. (1992). Cuesta Abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina. Buenos Aires: Losada; Minujin, A. (1998). “Vulnerabilidad y exclusión en América Latina”. En Bustelo, E. y Minujin A. (eds.) Todos entran. Propuesta para sociedades incluyentes. Bogotá: UNICEF. CEPAL (1994). Panorama Social de América Latina. Santiago de Chile: CEPAL. Kaztman, R. (1999). Activos y estructuras de oportunidades: estudios sobre las raíces de la vulnerabilidad social en Uruguay. Montevideo: CEPAL.